Son las 12:05 a.m. y, aunque podría estar durmiendo pues en unas horas debo presentarme al hospital, lo que siento en esta madrugada lluviosa es un deseo inmenso de compartir mi gratitud.
Los pasados cinco días fueron un reto más dentro de lo que es la preparación para llegar al esperado día de la cirugía bariátrica. Y lo vencí con éxito.
Te cuento.
El día de la preadmisión, que se hace el miércoles antes del día de cirugía, hay que hacer muchos trámites. Primero fui a la oficina de la cirujana para pesaje, luego fui a evaluación en el área de anestesia, entonces volví a la oficina de la cirujana para que la enfermera revisara los documentos por última vez y me diera el turno de cirugía y las recetas para comprar un enjuague bucal especial, la proteína líquida que deberé tomar por las próximas semanas, y lo que llaman «foot pumps», que son un tipo de bota que estimula la circulación y previene embolias.
Al salir del hospital ese día, si la cirugía es lunes (como en mi caso, porque la doctora opera lunes y martes) hay que comenzar un protocolo de dieta líquida hasta la noche antes de la operación. Eso quiere decir que durante los pasados cinco días solo he tomado batidas de proteína, yogurt «plain» y gelatinas sin azúcar.
¡Podrás imaginar el hambre que tengo! Y esta vez no había espacio para romper dieta ya que el más mínimo desarreglo podría provocar la posposición de la cirugía debido a que el estómago e intestino tienen que estar limpios.
Aun con lo difícil de los pasados días, esta noche puedo afirmar que me siento contenta y agradecida. He tenido muy presente el amor de mis padres y de mis amigos pero, muy en especial, el apoyo de personas que he conocido en medio del proceso y que se han convertido en ángeles de luz y me han cuidado.
Esta mañana fui a la iglesia, que hace tiempo no asistía; luego en la tarde recibí la visita de quien ha sido como un padrino en este camino pues me ha cuidado y guiado paso a paso; después recibí llamadas y mensajes de varias personas que hace mucho no veo pero se dejaron sentir con amor en este momento. Y, finalmente, cuando llegué a casa de mis padres para pasar la noche antes de la cirugía, me recibieron con un aplauso, besos, abrazos, y un cuarto listo para descansar en paz esta noche tan importante y trascendental para mi.
No me queda más que sentir amor, gratitud y confianza plena en que todo estará bien. El camino ha sido largo y difícil, sin embargo, desde hoy ya comienzo a ver los frutos y estoy feliz.