“Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, entonces, no es un acto; es un hábito». – Aristóteles
Estudios indican que una persona debe repetir un acto durante al menos 21 días corridos para lograr convertirlo en un hábito. Este principio podría aplicar a cosas sencillas tales como tomar un vaso de agua con limón todas las mañanas o lavarte los dientes después de almorzar.
Sin embargo, cuando se trata de integrar cambios más drásticos a tu rutina diaria, tales como hacer ejercicios consistentemente o seguir una dieta balanceada, lo usual es que requieras una mayor cantidad de tiempo y esfuerzo para lograrlo.
En mi caso, comencé a hacer ejercicios un mes después de someterme a la cirugía bariátrica (o sea, en abril) pero no fue hasta tres meses después (en julio) que realmente empecé a sentir que disfrutaba la actividad física y que ya era algo que necesitaba hacer para tener un día pleno.
Al principio, me dolía el cuerpo y solo lograba hacer ejercicios dos o tres días a la semana. Eventualmente fui aumentando la frecuencia hasta que llegué a entrenar seis días a la semana, de lunes a sábado. El primer mes fue el más difícil porque me dolían las piernas, los muslos, los brazos, el abdomen, en fin, todo. ¡Hasta el pelo! Y además, luchaba con la pereza de no querer madrugar.
Primero opté por hacer ejercicios en las noches luego de llegar del trabajo. Pero pronto noté que me auto-saboteaba poniendo excusas para no cumplir con la rutina. Que si “estoy cansada”, “es tarde”, “mejor lo hago mañana”, “ya a esta hora, ¿para qué?”, entre otras. Fue entonces cuando decidí ejercitarme en las mañanas, tempranito y sin excusas, para asegurarme de cumplir conmigo misma a primera hora cada día.
Según mi entrenador personal, Julio E. Ortiz Flores -quien tiene 11 años de experiencia y se desempeña como director de Fitness del gimnasio HCOA Santurce- una persona obesa debe ejercitarse al menos dos o tres días a la semana en lo que crea el hábito. Eventualmente, debe incrementar la frecuencia para hacer actividad cardiovascular entre cinco y seis días a la semana, sin dejar fuera los ejercicios de fuerza, es decir, trabajar con pesas o bandas elásticas para tonificar los músculos.
En torno a cómo medir el progreso, Julio recomienda pesarnos y verificar el índice de masa corporal (BMI, en inglés) cada dos semanas.
“Cuando uno empieza un régimen de ejercicio, es importante comprometerse y enfocarse en pequeñas metas mensuales para no desanimarse. Es un compromiso como cualquier otro en la vida y es bueno rodearse de personas optimistas que apoyen que estés en algo positivo y lo fomenten”, aconsejó el también competidor olímpico de Taekwondo y campeón de fisiculturismo natural – categoría pesado en la federación Musclemania.
A continuación, comparto los “truquitos” que me apoyaron a integrar el ejercicio como parte esencial de cada día:
Tomar la decisión
Nunca había tenido éxito en mi intención de hacer ejercicios regularmente hasta que tomé la decisión con firmeza y determinación. En este proceso he aprendido que la fuerza de voluntad es como un músculo que solo se ejercita y fortalece cuando me levanto cada día a entrenar, cumpliendo con el compromiso conmigo misma. Las excusas solo sirven para lacerar mi camino hacia la meta. A veces fallo, claro que sí, pero me propongo volver a la rutina lo antes posible y seguir.
Algo que me funciona muchísimo es asegurarme de hacer todo lo necesario para no encontrar obstáculos al momento de entrenar. Por ejemplo, dejo la ropa que usaré para ejercitarme en la mesa de noche desde el día antes. Así, cuando suena la alarma a las 6:00 a.m., me siento en la cama y me visto incluso antes de ir al baño.
Preparar tu espacio
Esto aplica si vas a hacer ejercicios en tu casa, como hago yo por ahora. Debido a que tengo un horario de trabajo extenso, opté por hacer ejercicios en mi casa y preparar uno de los cuartos de mi apartamento como si fuera un mini-gimnasio. Me aseguré de tener un radio, televisor para ver los DVDs de ejercicios, compré unos pads de goma para amortiguar el impacto en las rodillas al entrenar, y adquirí pesas libres, bandas elásticas, rodilleras y guantes.
Ese es mi espacio sagrado, mi lugar para entrenar y a donde me dirijo cada mañana para comenzar el día, por lo que tiene que ser acogedor. Es como mi «happy place» ahora, aunque las primeras semanas lo detestaba.
Comprar ropa bonita y tennis apropiados
He descubierto que es de gran apoyo identificar cuáles son las pequeñas cosas que sirven de motivación para permanecer enfocada. En mi caso, una de esas pequeñas cosas es ponerme ropa linda y colorida para hacer ejercicios. Lo mejor de todo es que no tiene que ser ropa costosa. En tiendas como Marshalls y TJ Maxx se consiguen leggins, sport bra, y camisitas de lo más lindas y a buenos precios. Utilizar el calzado apropiado también es importante para evitar lesiones. Yo he optado por los Asics para corredores porque los encuentro súper cómodos pero los adquiero por Amazon a precios más bajos que en las tiendas.
Identificar qué es lo que disfrutas
Por más fuerza de voluntad que tengas, si eliges un ejercicio que no te agrada, eventualmente te vas a cansar y dejarás de hacerlo. Si no sabes cuál te gusta, o crees que no te gusta ninguno, date la oportunidad de explorar varios tipos de ejercicios hasta encontrar uno que tenga el potencial de convertirse hasta en un «hobby».
Yo comencé haciendo «power walking» en mi casa con un DVD como guía. Eso es caminar en el mismo lugar, a diferentes velocidades. Cuando mi condición cardiovascular mejoró, entonces empecé a utilizar videos de YouTube como referencia para hacer aeróbicos y otros ejercicios más movidos. Eventualmente, decidí contactar a Julio, quien ahora me dirige con ejercicios cardiovasculares combinados con pesas y bandas elásticas. Lo próximo para mi será el crossfit, pero voy con calma.