*Este reportaje fue publicado en ELNUEVODIA.COM el 28 de septiembre de 2015.
El 28 de mayo de 2003, un hombre salió a correr bicicleta y, cuando transitaba por un tramo entre los municipios de Canóvanas y Juncos, un perro lo atacó y lo mordió en la pierna. Ocho días después, el ciclista murió a causa del virus de la rabia, una zoonosis altamente mortal aunque prevenible.
Éste fue solo uno de los 29 casos de contagio en humanos registrados en Estados Unidos entre el año 2001 y 2010, según estadísticas de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC).
“El médico desconocía el protocolo y falló por omisión”, manifestó el doctor Johnny Rullán, quien era secretario del Departamento de Salud (DS) en ese momento. El experto en salud pública mencionó que el galeno implicado perdió su licencia para ejercer la medicina y enfrentó una demanda.
Rullán aseguró que, luego del incidente, el DS fortaleció sus protocolos para educar a los proveedores de salud en la Isla con el fin de evitar otra tragedia.
¿Qué hacer si sufres una mordedura?
Según el plan establecido por el DS, cuando una persona sufre una mordedura -ya sea de mangosta, perro, gato, caballo, vaca, o cualquier otro mamífero- debe acudir de inmediato a recibir atención médica en una oficina privada u hospital. El proveedor de salud tiene que hacer un informe y notificarle al DS, explicó la epidemióloga del Estado, Brenda Rivera.
En el caso señalado, el hombre acudió a un médico privado quien, a su vez, falló en notificarle al DS sobre el incidente. Por lo tanto, el protocolo nunca se activó y el ciclista murió debido a que no se le administró la vacuna contra la rabia a tiempo.
“Salud hace una evaluación con los datos preliminares que recibe. Luego, se entrevista de nuevo a la persona (paciente). Y entonces, se recomienda investigar el caso o no aplicar la vacuna, ya que no toda mordedura implica un riesgo de exposición a rabia”, ilustró Rivera.
Sobre la investigación, la doctora señaló que la evaluación de riesgo que hace el DS incluye verificar el estatus de vacunación del animal, las circunstancias del incidente, y el área y severidad de las lesiones para determinar si hubo exposición a la saliva del animal clínicamente enfermo.
“Si sufres una mordedura, no desaparezcas el animal. Si el animal está sano, hay que ponerlo en observación durante 10 días. Si al cabo de 10 días, el animal sigue sano, la persona no tiene que vacunarse”, abundó la epidemióloga. Según dijo, ocurre con frecuencia que personas que han sido mordidas no cooperan para que los investigadores puedan hallar el animal y entonces ponen en riesgo su propia vida y la de otros que podrían ser expuestos al virus.
“Se hace la investigación y, si por más que uno trate el animal no aparece, entonces se hace la recomendación de la vacunación. También entra en juego la epidemiología para saber si, en el área donde ocurrió la mordedura, el animal estuvo expuesto a mangostas”, aclaró Rivera. Añadió que, por ejemplo, en Vieques y Culebra no se vacuna cuando ocurren casos de mordeduras debido a que el DS sabe que no hay rabia ni mangostas en esas regiones.
Costosa vacuna para humanos
La experta reveló que el DS atiende anualmente entre 6,000 y 10,000 reportes de mordeduras en la Isla. De esa cantidad, se refiere para tratamiento el 10% de los casos, lo que representa un costo anual para el gobierno de hasta $2 millones. En casos de personas que el DS no recomiende tratamiento pero el paciente lo desee, entonces debe conseguirlo a través de su médico privado y pagar el costo total.
La profilaxis posexposición (PEP) a la rabia se aplica en varias dosis. La primera es de acuerdo con el peso de la persona y luego se administran cuatro dosis adicionales en un periodo de 28 días. No obstante, para que el tratamiento sea efectivo, debe inyectarse antes de que el paciente comience a mostrar síntomas. Algunos síntomas comunes son sensación de cosquilleo o calentón en la herida, dolor de cabeza, irritabilidad, parálisis, hidrofobia o incapacidad para tragar. Al final, el paciente muere a causa de una inflamación progresiva del cerebro y la médula espinal luego de que el virus invada el sistema nervioso central.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la rabia en humanos se puede manifestar de dos formas: la rabia furiosa, que provoca la muerte mediante paro cardiorrespiratorio; o la rabia paralítica, que hace que los músculos se vayan paralizando hasta que la persona entre en estado de coma.
A diferencia de cómo se maneja en Estados Unidos, en Puerto Rico el gobierno se encarga de pagar el tratamiento debido al alto costo que representa. Según Rivera, una PEP puede costar entre $1,200 y $1,500.
“La rabia es una enfermedad mortal. Mata a cerca de 55,000 personas todos los años (a nivel mundial), en su mayoría niños. Es una enfermedad que es totalmente prevenible: preexposición y posexposición. En nuestros animales es totalmente prevenible. Tú los vacunas y los proteges. Los proteges a ellos y te proteges a ti”, exhortó la epidemióloga.
Añadió que la mayoría de las mordeduras son ocasionadas por un animal conocido y no realengo. “Puede ser tu propio animal, o el perro del vecino, o el de la comunidad”, aseguró.
Virus que se puede evitar
Debido a que en la Isla hay unas dos millones de mangostas y el DS no prevé la posibilidad de eliminarlas, la estrategia más efectiva y rentable para impedir el contagio de rabia entre animales y hacia los humanos es la vacunación preventiva de perros, gatos, caballos y ganado.
“Lo importante es tener las mascotas vacunadas. De las 25 mordeduras al día, que la mayoría son niños, casi todas son por perros pero también hay mordeduras de mangostas directas a humano. Hay que hacer más prevención para que ese número baje”, reiteró el doctor Rullán.
Según contó, las mangostas fueron traídas a Puerto Rico en 1863 con el propósito de acabar con los ratones que invadían las cosechas de los agricultores. Sin embargo, el exsecretario de Salud indicó que “fue un estudio ecológico que fracasó” debido a que las mangostas salen de día y los ratones de noche, por lo que no se encuentran en la naturaleza. Ese “fracaso” ha resultado en la proliferación de estos animales, tanto en zonas rurales como urbanas.
Del total de dos millones de mangostas, Rullán aseveró que del 1 al 3% -unas 200,000- son portadoras de rabia, o sea que tienen el virus pero no les afecta. “Serían 200,000 mangostas que tienen sobre 300,000 perros realengos para seguir transmitiendo la enfermedad”, alertó el especialista en salud pública.
En esa línea se expresó la presidenta del Colegio de Médicos Veterinarios de Puerto Rico (CMVPR), Yesenia Fernández, al exponer que hace falta legislación que obligue a los dueños de mascotas a vacunarlas anualmente. Dijo que un animal contagiado puede vivir unas dos semanas y, durante ese periodo, es contagioso a través del contacto de su saliva con alguna herida abierta de otro animal o humano.
“La postura de nosotros (CMVPR) es que la vacunación debe ser obligatoria en un país donde tenemos el vector (que son las mangostas) y donde la rabia es endémica”, dijo la veterinaria. Fernández indicó que la vacuna contra la rabia para perros y gatos es muy económica comparada con la PEP para humanos ya que cuesta apenas $10 o $15 y se debe aplicar una vez al año.
Sobre los síntomas de un animal infectado con rabia, la presidenta advirtió que puede tener síntomas que el dueño interprete como otra enfermedad. “A veces el animal se ve triste, ‘amotetao’, se retrae o no quiere comer… Hay diferentes presentaciones neurológicas, por ejemplo, algunos le cogen miedo a la luz, no comen y no pueden beber agua. De momento te muerde, pensaste que era porque se sentía mal, y lo dejas. Ya ahí tienes al perro con rabia y a la persona con posible contagio”, destacó.
Esto quiere decir que un animal con rabia no necesariamente va a comportarse agresivo o a emanar espuma por la boca, como mucha gente piensa. Y, al igual que en el caso de los humanos, cuando un animal comienza a mostrar síntomas de la enfermedad, ya no hay manera de salvarle la vida. Por lo general, los veterinarios recurren a la eutanasia para que no sufra más.
Coinciden en que urge tener un registro
En entrevistas separadas, tanto la epidemióloga Rivera, como el exsecretario Rullán, y la veterinaria Fernández reclamaron la necesidad de aprobar legislación que ordene la creación de un registro de mascotas en la Isla. Ese documento serviría para garantizar que todos los animales con dueño estén vacunados y le facilitaría a Salud el proceso de investigación en los casos de mordeduras.
“Enfatizamos en el registro para lidiar con la sobrepoblación de animales. Además, tendrías un censo real de los animales que hay en Puerto Rico, adjudicas tenencia responsable, y atiendes dos enfermedades: rabia y leptospirosis”, indicó Fernández. De acuerdo con la veterinaria, el CMPRV y Salud han presentado un proyecto para legislar la creación del registro en más de 10 ocasiones en los pasados 10 años pero no ha progresado.
Según la veterinaria, los argumentos principales contra el registro han girado en torno a la negativa de “ponerle un impuesto más a la gente”. Sin embargo, Fernández argumentó que tener mascotas no es una obligación por lo que, quienes deciden tenerlas, “tienen que asumir la responsabilidad” de vacunar, por el bien de la mascota y por la salud pública.
“A nivel estatal no ha sido posible por las voces de oposición. Cada vez que lo llevamos a la Legislatura, las voces de oposición han tenido más acogida que la voz del Estado en cuanto a salud pública”, lamentó la epidemióloga.