*Este reportaje fue publicado en ELNUEVODIA.COM el 19 de agosto de 2014.
El cáncer de seno inflamatorio (IBC, por sus siglas en inglés) es una enfermedad rara, poco estudiada, muy agresiva y altamente letal que afecta hasta al 5% de las mujeres pacientes de cáncer de mama en Puerto Rico y Estados Unidos.
Por eso, la científica puertorriqueña Michelle Martínez Montemayor dirige una amplia y novedosa investigación en la Escuela de Medicina de la Universidad Central del Caribe, en Bayamón, que estudia el potencial de un hongo medicinal como alternativa para combatir el IBC.
“Ganoderma lucidum es un hongo que se ha utilizado en la medicina tradicional china para hacer varios remedios para tratar la inflamación, artritis, diabetes y cáncer”, indicó la doctora y aseguró que los resultados que ha visto en el laboratorio son esperanzadores pues “(Ganoderma) no causa toxicidad, disminuye el tamaño del tumor e induce la muerte de células cancerosas”.
“Yo veo el Ganoderma como algo que se puede presentar a las pacientes para utilizarse en complemento a su terapia. Y tiene mucho potencial”, destacó Martínez Montemayor. Según la científica, múltiples experimentos ya han demostrado que el hongo tiene la capacidad de “matar” células cancerosas de forma selectiva mientras que, en ratones, ha demostrado que puede reducir el tamaño de los tumores en hasta un 58%.
Cabe destacar que esta es la primera investigación, en Puerto Rico y Estados Unidos, que apuesta a las propiedades del Ganoderma lucidum como alternativa natural para combatir este agresivo cáncer de seno. El equipo de trabajo está compuesto por seis mujeres puertorriqueñas, incluyendo a la doctora Martínez Montemayor, tres estudiantes doctorales, una técnica de laboratorio y una estudiante subgraduada. Los fondos para costear el estudio provienen del Instituto Nacional de la Salud (NIH) que, desde el 2007, ha otorgado dinero para subvencionar la investigación del Ganoderma lucidum y su efecto en el IBC.
Cáncer atípico
“Básicamente, el cáncer inflamatorio de mama no presenta una masa en particular. Eso ya va en contra de todo lo que nos enseñan para hacer nuestros estudios. Lo otro es que es altamente progresivo en el sentido de que todas las pacientes que hemos escuchado nos dicen que, literalmente, se levantan con el seno inflamado”, reveló la investigadora.
Contrario a otros tipos de cáncer de mama, el IBC no genera tumores palpables y no puede ser detectado por medio de mamografías ni sonomamografías. Se requiere de una biopsia para confirmar la condición y, cuando esto ocurre, usualmente ya la enfermedad se encuentra en etapas muy avanzadas.
Asimismo, la doctora explicó que uno de los problemas principales que impiden tratar a las pacientes de IBC a tiempo es que los síntomas tienden a confundirse con los de una mastitis, que es una infección en las glándulas mamarias. De acuerdo con Martínez Montemayor, los síntomas más comunes de IBC son inflamación que cubre al menos un tercio del seno, piel cuya textura se torna similar a la de una cáscara de naranja y pezón invertido.
Sin embargo, al ver estos síntomas, que según Martínez Montemayor pueden aparecer de un día para otro, las mujeres acuden a su ginecólogo, quien a su vez les receta antibióticos para tratar una posible infección. Al cabo de seis o nueves meses sin experimentar mejoría, las pacientes entonces se someten a una biopsia que confirma el diagnóstico de IBC. Por lo general, en ese punto, ya es muy tarde.
“Como es un cáncer tan agresivo, tan único y tan diferente, la manera de poder hacer el tratamiento para ello es quimioterapia, para reducir el tamaño de tumor; seguido por radioterapia, dependiendo de las localidades donde se encuentre; seguido por cirugía, en la mayoría de los casos se hace una mastectomía radical. Esto se llama terapia multimodal”, indicó la investigadora sobre la forma en que se atiende a una paciente diagnosticada con IBC.
Desafortunadamente, este tipo de cáncer afecta comúnmente a mujeres entre las edades de 30 y 40 años y la posibilidad de sobrevivir en un periodo de cinco años luego del diagnóstico y tratamiento es de apenas 34%, según estadísticas del Instituto Nacional del Cáncer (NCI). La tasa de supervivencia para otros tipos de cáncer de seno es de 87%.