Ya es hora de madurar…
Como un capullo de rosa en primavera,
me encuentro abierta, expuesta
a la voluntad del presente.
Indefensa ante el viento sutil,
pero rudo de la vida.
Que horrible hermosura tiene
la metamorfosis de niñez a juventud.
Que placer tan doloroso dejar atrás
la inocencia de ser capullo
y descubrir las peligrosas maravillas
de la realidad.
Ya las excusas que lograban conformar
las inquietudes de mi niñez,
no son válidas.
Ahora conozco como fui conocida
y enfrento las dudas, el rencor y la desdicha.
Soy una flor abierta al sol,
al viento y a las aves.
Pero que se enferma cuando llega la tormenta
y es descuidada y herida.
Las flores son efímeras
como la dulce amargura de la juventud.
Como la primavera que viene y se va.
Pero siguiendo su paso llega el invierno
de la solitaria vejez.
Frialdad que congela para siempre
la emoción del pasado y engrandece
las cicatrices del dolor.
Así es…soy una flor marcada.
Pero sigo siendo flor.
*Poema escrito en el 2005